Una alimentación saludable se basa en mantener unos buenos hábitos a diario. Pero de vez en cuando surge un plan para comer fuera de casa, en el que hay que decidirse por un tipo de restaurante u otro. Las dudas siempre surgen cuando en la conversación aparece la opción de la fast food o comida rápida. ¿Es una elección saludable? Por lo general, la comida rápida se vincula con un tipo de alimentación rica en grasas saturadas y azúcares, de elevada densidad calórica, pero pobre en grasas saludables, fibra, vitaminas y minerales. De hecho, un artículo publicado en el portal de Medicina TV establece una relación directamente proporcional entre el consumo de comida rápida y el riesgo de sufrir depresión, obesidad y enfermedades cardiovasculares.
La fast food crea una sensación de placer inmediato, después de ser consumida. Esto se debe a su composición rica en grasas y azúcares, que hace que el consumidor lo categorice como agradable. Pero no sólo esto: si un día especial -un cumpleaños u otra fiesta- lo celebramos en un restaurante de comida rápida, los niños relacionarán este ambiente distendido y agradable con el tipo de comida habitual de estos establecimientos.
Sin llegar a prohibir ningún tipo de alimento, lo que importa es el balance de la suma de todos los días, es decir, la composición del menú diario dentro de nuestra dieta. Para saber si lo estamos llevando a cabo bien, «Mi plato» es una herramienta muy práctica que nos ayuda a ver qué variedad de grupos de alimentos y qué cantidad aproximada debe contener un plato, para conseguir una alimentación variada y equilibrada.
Por otra parte, también hay que reconocer que las empresas de restauración colectiva -como pueden serlo las cadenas de fast food- cada vez están más sensibilizadas respecto a la salud de los consumidores, de modo que adecuan su oferta con propuestas equilibradas, con menos grasas saturadas, más grasas saludables, menos calorías y más ricas en fibra, vitaminas y minerales. El consumidor también puede ejercer su poder a la hora de elegir los alimentos adecuados para una alimentación cardiosaludable, lo cual incide en que la oferta incremente, atendiendo a las leyes de oferta y demanda. Aunque la mejora de la disponibilidad de alimentos aconsejables, acompañada de una buena educación de los hábitos alimentarios desde las primeras etapas de la vida siempre nos llevarán a la elección más adecuada para mantener nuestra salud.
A pesar de todo lo expuesto, la comida rápida no debería de estar reñida con la salud. La cuestión es escoger la mejor combinación y asegurar que grupos tan necesarios como los vegetales, proteicos y farináceos estén representados. Y, dentro de ellos, optar por aquellos alimentos bajos en grasas saturadas y ricos en fibra y grasas insaturadas, como el aceite de oliva o de semillas.
La alimentación debe ser rica en todos los aspectos, tanto a nivel de nutrientes como de sensaciones, pues una alimentación saludable no se concibe sin que ésta sea placentera.
Imagen: Adam Kuban (licencia Creative Commons)
*Artículo publicado en ‘Alimentación Cardiosaludable – Instituto Flora‘.