Cuando hablamos de industria 4.0, nos referimos a la fábrica inteligente, es decir, a un proceso informatizado en el que todas las fases están conectadas por la vía del Internet industrial de las cosas, el I2OT. La industria 4.0 es la tecnología resultante de la Cuarta Revolución Industrial, al igual que la primera nos trajo la máquina de vapor. En realidad, la industria 4.0 es mucho más que tecnología, es un cambio de mentalidad, un nuevo paradigma en el que sólo sobrevivirán los que se sepan adaptar.
El marco tecnológico actual allana el terreno hacia esa industria 4.0, estamos en plena era del Big Data; las empresas que sepan sacar jugo a las tecnologías de la información, serán las que se abran camino. La ciber-industria del futuro -cercano- pone el acento en el trabajo colaborativo, la coordinación y cooperación entre las unidades de producción, propone otra forma de organizar los procesos industriales, mucho más flexibles e independientes, lo que facilita que se fortalezcan los puntos débiles y se saque partido de los fuertes.
A pesar de las buenas expectativas, un estudio llevado a cabo y publicado por McKinsey & Company, ‘Industry 4.0 after the initial hype: Where manufacturers are finding value and how they can best capture it’, destaca que sólo “una de cada diez empresas ha aplicado estrategias encaminadas hacia la industria 4.0”. Algunas de las razones que dificultan la adaptación de las empresas a la nueva era es que todavía son estructuras en las que falla la coordinación, con una falta de conexión interdepartamental muy palpable. Las infraestructuras tampoco están pensadas para ello y la plantilla actual no tiene una mentalidad enfocada a las nuevas tecnologías, algo que cambiará cuando toda la generación milenial salga al terreno de juego. Y, sin duda, el factor que más frena el cambio es el miedo a lo nuevo y la desconfianza a compartir el conocimiento, algo que sólo nos puede hacer ganar a todos. Renovarse, adaptarse y compartir o estancarse.
*Bibliografía: «Getting the most out of Industry 4.0«