¿Qué me pasa, Dr.Google?

Mi padre debe ser uno de los que aporta su granito de arena a la cifra de 12,5 millones de búsquedas médicas diarias que se producen en Internet. Mientras que yo, después de autodiagnosticarme ciberhipocondría, cada vez hago menos consultas personales a Dr.Google. Esta cifra fue aportada por el Dr.Josep Ramon Germà -Jefe del Servicio de Oncología Médica del Institut Català d’Oncologia (ICO) y profesor titular de Oncología en la Universitat de Barcelona (UB)– en las tertulias que organizan cada mes Aula El País y el Observatorio de la Comunicación Científica de la Universitat Pompeu Fabra (OCC-UPF), con el apoyo del Instituto Novartis de Comunicación en Biomedicina. Como contertuliano colaboró Albert Jovell -Presidente del Foro Español de Pacientes y Director General de la Fundació Josep Laporte enfocando sus palabras desde el punto de vista del paciente. La periodista Milagros Pérez -Jefa de Redacción de Sociedad de El País- cerraba este especial e interesante triángulo como moderadora.

Desencuentros en el consultorio

Hasta hace bien poquito, el papel del paciente era asumir la autoridad médica sin cuestionarle nada. Hoy día, con herramientas como Internet, el paciente tiene acceso a una cantidad de información prácticamente ilimitada, así que el profesional de la medicina recibe un paciente informado y mucho más exigente que antaño que, en plena cultura de la inmediatez, espera una respuesta rápida. Sin embargo, el sistema sanitario, tal y como está organizado hoy, dificulta la prestación de un servicio que cubra las expectativas del paciente, quien sale de la consulta insatisfecho (según las encuestas, un 50% siente que no recibe suficiente información).

Encuentros en la red

Entre un 6 y un 10% de los pacientes se comunican con su médico por correo electrónico. Un 50% de los pacientes usa Internet para informarse sobre alternativas a su terapia y un 7% basa su decisión sólo en esta fuente. No sólo el paciente se informa a través de Internet, el 20% de los familiares también recurre a ello para apaciguar la incertidumbre. Un dato relevante es que un 83% de pacientes internautas busca en la red milagros para solventar su enfermedad, lo más crudo es que un 12% los compra. Desgraciadamente, hay quien hace negocio de la adversidad y en el caso del paciente, su desesperación por recuperar la salud lo hace más vulnerable ante el fraude.

A raíz de esta demanda social, se han contabilizado hasta cerca de 22.000 webs de soporte al paciente. Internet ha conseguido romper barreras a diferencia de otros medios, porque el acceso como creadores o como consumidores de información es factible. El problema en un universo tan accesible es que los datos no siempre son fiables. Y, sobre todo en temas de sanidad, una fuente de calidad dudosa “puede perjudicar seriamente la salud”. El hecho es que el paciente recurre a Internet para saber más sobre su enfermedad y los posibles tratamientos, aunque a veces ni se haya confirmado el diagnóstico; el exceso de información y la falta de criterio para comprenderla puede acabar desinformando más que otra cosa, incluso alimentando alarmas sin fundamento alguno.

Renovarse o morir

La actividad es lo que se lleva ahora: al igual que los telespectadores han dejado de ser meros videntes pasivos ante la pantalla, el paciente también se quiere implicar, ser activo. Después de la crisis del tocho y financiera, los expertos auguran una posible crisis en la sociedad del bienestar, en la que se producirá una transferencia de responsabilidades desde el sector político a la sociedad civil. Pero ¿estamos preparados para ello?

Lo cierto es que no podemos cerrar los ojos ante la realidad. Hoy día, Internet se ha convertido en una fuente de información de uso común. Pero aunque utilizar un buscador es fácil, la población general todavía no tiene herramientas para afinar su búsqueda y saber discernir qué información es fiable y cuál no. La acreditación con sellos como “HonCode” o “Web Médica Acreditada” pueden orientar, pero deben tomarse medidas más amplias, que tengan en cuenta los hábitos y carencias actuales, en las que se impliquen distintos sectores (político, sanitario, educación, innovación…) para conseguir que la información vaya de la mano de la formación. Entidades como el Foro Español de Pacientes y la Universidad de los Pacientes desarrollan una labor muy importante tanto en el diagnóstico de las necesidades sociales como en la pedagogía del paciente.

En la charla se habló de que los médicos podrían aconsejar algunas fuentes de información online, pero me encantó el alegato que Albert Novell hizo a favor de humanizar la medicina y de cultivar otros valores con lecturas como Chéjov.

Claves para recuperar la confianza

A modo de conclusión, de todo lo que se dijo esa tarde provechosa, me quedo con las siguientes ideas:

  • EDUCAR para ACEPTAR la enfermedad.

  • ORIENTAR al paciente, acompañarle. Evitar que el “empoderamiento” del paciente signifique dejarle solo ante la adversidad.

  • Saber ESCUCHAR, incluso los silencios.

  • PACIENCIA, COMPRENSIÓN y CONFIANZA en la medicina.

  • COMUNICAR con claridad, que el paciente perciba que se está haciendo lo correcto y todo lo posible, y que no le queden dudas que aumenten su angustia. Crear herramientas de comunicación útiles para entenderse mejor, por ejemplo: sistema de imágenes, prospectos de medicamentos que sean legibles…

  • HONESTIDAD. Tratar y prescribir al paciente como si se tratara de uno mismo o de un familiar.

  • SOLIDARIDAD. Un día u otro, todos acabamos siendo pacientes.

  • Un esfuerzo del sector empresarial por la CONCILIACIÓN de la vida laboral y la enfermedad.

  • El binomio de la medicina: 50% CIENCIA + 50% HUMANISMO.

*Publicado en el blog ‘Publicidad y Salud by innuo’.

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