Esta semana ha sido el Día Mundial contra el Trabajo Infantil (12 de junio), lo que me lleva a preguntarme: ¿qué tipo de mundo sería el nuestro si los niños no tuvieran la oportunidad de ser niños? Se nos escurre la infancia sin darnos cuenta (tal vez ahí esté parte de la gracia) del valor que tiene esa etapa de nuestra vida. Una etapa para contemplar, para cuestionar, para experimentar, para descubrir, para aprender, para crear… Para jugar.
La curiosidad y el tiempo para jugar es lo que ha llevado a tres adolescentes riojanos a convertirse en uno de los 15 grupos finalistas de la Google Science Fair 2012, un concurso que busca mentes inquietas (entre los 13 y los 18 años de edad) en todos los rincones del planeta. Y es que la participación puede venir desde cualquier lugar, tal y como se puede ver en el mapamundi de la home, donde se ubican los proyectos de los jóvenes. El objetivo de esta iniciativa es pellizcarles para que encuentren soluciones a problemas medioambientales, sociales o sanitarios, en definitiva, provocar cambios factibles en nuestras vidas que puedan ser adoptados por un grupo determinado de personas o una comunidad.
Este tipo de propuestas, surgidas con la colaboración de entidades públicas (como el acelerador de partículas CERN) y privadas (como la editorial Scientific American, el National Geographic y LEGO®, entrañable compañera de viaje desde el nacimiento de Google), más el entusiasmo e implicación de los centros educativos que deciden participar, contribuyen a promover el gusto por la ciencia y la tecnología, pero sobre todo empujan a los jóvenes a convertirse en nuevos talentos en un futuro próximo. En este sentido, las escuelas son un nido que no podemos despreciar; es en ese entorno en el que fácilmente podemos plantar la semilla, regarla y abonarla, para que el día de mañana el alumno -y posiblemente la sociedad- saque fruto de los avances.
Tal y como apuntan las expectativas, apostar por el sector digital es una estrategia clave para reconducir la economía, pero para que el cambio sea sólido hay que empezar por la base: la educación, lo que significa que los currículos escolares deben integrar un programa completo en competencias digitales, con el fin de garantizar la participación activa en la sociedad y la economía. No obstante, no sólo el ámbito escolar debe promover esta actitud, todos los sectores sociales formamos parte de este mundo y, por lo tanto, somos responsables del rumbo que tome el barco. Empresas como Google hacen camino con el ejemplo, cuya filosofía se adapta a las necesidades de un siglo XXI que avanza a un ritmo vertiginoso.
*Artículo publicado en el blog ‘Publicidad y Salud by innuo’.